Poco teníamos
que decir, desde el último debate sobre el proceso de radicalización del
nacionalismo catalán (1) pero la fuerte represión ejercida por el
gobierno contra el pueblo, la convocatoria de huelga convocada por los sindicatos
alternativos de clase, junto con los últimos lineamientos ideológicos, nos obligan
a recuperar la línea de debate, sobre que se juega la clase obrera en
particular en esta partida entre oligarquías, que por su configuración o por su
falta histórica de configuración como estado, lo cuentan como un choque de
países, haciendo de las clases populares, el instrumento de confrontación en la
defensa de los intereses de la burguesía neoliberal y conservadora, en su fractura
por el control de la propiedad y el mercado, cuando el pueblo, es el único genéticamente
imposibilitado históricamente, de ser heredero de las propiedades, bienes y
territorios, apropiados por la élite absolutista y feudal, bajo el manto
patriarcal y represivo de la iglesia católica romana, tras la caída del imperio.
Existen motivos
concretos para la fractura, como los que denuncia la Federación Sindical
Mundial en un comunicado (2) por la disputa entre Barcelona y Madrid,
por el control del negocio del transporte que nos comunicará con el centro
económico de Europa, África y Asia. En temas fiscales como el reparto de la
hacienda pública catalana, que los nacionalistas quieren igualarla a la vasca y
navarra, insolidarias con el conjunto de las regiones españolas (3) que
acumulan miserias por falta de inversión pública en empleo y futuro, en su
función de reclamo turístico y abastecedor de mano de obra barata y precaria
para las zonas en desarrollo, dentro de un proceso amplio de ejecución de
políticas neoliberales de privatización y comercialización de los servicios y
bienes públicos, como formas extractivas de los salarios, ahorros, pensiones y
bienes materiales de las clases populares. También el interés de ambas burguesías,
de oscurecer mediáticamente con el tema catalán, toda la trama política
descubierta judicialmente de apropiación de los dineros y bienes públicos.
Seguir
constatando a estas alturas, que a pesar del acto montado en el parlamento
catalán, que si ahora mismo seguimos teniendo un gobierno del PP en el
parlamento español, es porque la derecha neoliberal nacionalista del PDeCAT
(heredera entre otros desfalcos el del 3% del coste de las licitaciones
públicas a las empresas) lo ha querido así. Durante toda su historia, con la
excepción de esta última legislatura, ha apoyado su formación y las políticas
neoliberales del PP-PSOE, incluso durante todo el “procés” tanto el
nacionalismo catalán como los otros, no la han puesto en duda, para así acabar
con este gobierno y convocar un referéndum dentro de su legalidad
constitucional burguesa. Recordamos que el partido de la oligarquía, ha sido hasta
ahora el PDeCAT en Cataluña y en Euskadi el PNV, donde el PP solo obtenía el
apoyo de los sectores extremistas de la derecha. El PDeCAT de Pujol, Mas y
Puigdemont ha sido más agresivo y corrupto en el desarrollo y aplicación de las
políticas austericidas y privatizadoras de lo público que el PP. Este apoyo mutuo
entre oligarquías por encima de todo, debiera haberles delatado entre las masas
y a nosotros alertado desde el inicio.
Podemos
afirmar sin ninguna duda, que Cataluña es el lugar en el conjunto de España,
donde más se han comercializado las necesidades elementales de la clase
trabajadora en el ámbito de la sanidad, la enseñanza, la dependencia o los
servicios sociales. Donde el nacionalismo catalán que representa a la
oligarquía financiera neoliberal, ha sido y sigue siendo parte fundamental del
enemigo principal, no solo del conjunto de las clases trabajadoras, sino del
conjunto de las distintas clases sociales que conforman el pueblo de pequeños y
medianos empresarios, campesinos, comerciantes y profesionales, ya que mediante
el chantaje de los préstamos financieros, los impuestos legales y el estupro de
los ilegales, son exprimidos en el proceso de acumulación y enriquecimiento
ilícito, ejercidos por la corrupción de los gestores políticos y partidos en
los gobiernos de los distintos niveles y por la usura de las entidades financieras,
monopolios industriales y grandes empresarios, bajo la protección autoritaria
de un libre mercado en manos privadas, que la ley ejerce en defensa del sistema
capitalista.
El
movimiento de protesta de amplias masas del pueblo catalán, es liderado por el
sector neoliberal de la oligarquía con el apoyo de una burguesía radicalizada,
que ve como su beneficio año tras año se reducen por la crisis económica sistémica,
más el anarcoindependentismo liberal de amplios sectores de una juventud
desclasada, que ve reducirse su desarrollo educacional y profesional dentro del
ámbito geográfico e histórico que vivieron. Esto no representa los anhelos
colectivos y solidarios de las masas obreras y populares de la movilización del
2011, de superación para las mayorías sociales de los efectos de las políticas
neoliberales y la corrupción, ejecutadas por los mismo partidos burgueses que
convocan, tanto la movilización por la independencia desde el gobierno catalán,
como por los que la reprimen desde el gobierno español, presionados ambos en su
ambición acumulativa de riquezas, por la competitividad que crea el libre
mercado entre ellos, por la crisis del sistema capitalista global.
No podemos
olvidar el momento político y económico que vivimos, porque él nos sitúa en el
lugar que ocupamos dentro de la lucha de clases. En Francia, el gobierno
presidido por Macron, proveniente del neoliberalismo progresista, perpetúa
todas las medidas legisladas bajo el estado de excepción para prevenir los
atentados terroristas islámicos, con la idea puesta en la utilidad que tendrá
en la represión de las movilizaciones obreras, convocadas por los sindicatos de
clase franceses contra la reforma laboral. No nos cabe la menor duda a los que
participamos del movimiento obrero, que los mecanismos utilizados para saltarse
el estado de derecho en Cataluña, una vez alcanzado el acuerdo que ya negocian
para la paz entre burgueses e igual que hicieron con las medidas que tomaron contra
el terrorismo etarra, servirán con el aplauso de las fuerzas nacionalistas burguesas
que ahora convocan al pueblo, para reprimirlo con la policía catalana al
frente, en los procesos de lucha y movilización obrera (que no cabe ninguna duda
que los habrá) para combatir la privatización y comercialización de los
servicios públicos, esenciales en todo estado social mínimo de derecho.
Dentro de
este proceso de movilización popular bajo el liderazgo de los sectores de la
burguesía catalana, los comunistas y revolucionarios siempre hemos sido y seremos
solidarios en la defensa de los derechos democráticos, tanto en el derecho a
decidir como en la lucha contra la represión. Pero en esta solidaridad, en absoluto
puede esconderse ninguna cesión estratégica en la unidad de la clase obrera,
dentro de un objetivo de división territorial en nacionalidades o de
parcelación autónoma, por eso, no son entendibles las posiciones ideológicas
que agrandan la división de la clase obrera y que basculan hacia el seguidismo divisionista y
sectario de la CUP, por parte de grupos como Red Roja o Iniciativa Comunista,
sin haber recogido las lecturas para el movimiento obrero de la experiencia
vasca, respecto a aquellos que con elementos diferenciadores, mantienen la
defensa de la independencia y unidad de la clase obrera española, en la línea
del PCPE (4) Partido del Trabajo Democrático (5) o Unión
Proletaria (6) desde las cuales, superando el sectarismo y la suspicacia,
existen oportunidades de coincidencias y de trabajo unitario, para la
organización y movilización de las masas.
Los
marxistas, de estas últimas movilizaciones catalanas como de las iniciadas por
el movimiento de protesta contra los recortes y la regeneración democrática en
el 2011, debemos sacar la conclusión de que son movilizaciones del pueblo
dirigida por sectores ideológicamente ajenos al sector mayoritario, compuesto en
más del setenta por ciento de clase obrera. Esta influencia ajena a los
intereses de clase (no siempre antagónicos) no se supera con maximalismos,
teoricismos, ni tácticas desde fuera de las condiciones de vida y trabajo de la
clase obrera, solo siendo y viviendo como ella, desde los lugares de trabajo,
vida social y la familia, seremos capaces de partir de la experiencia histórica
del movimiento obrero y comunista internacional y de aplicarlas a las
condiciones de la lucha de clases en nuestro pueblo, recuperando así para la
clase obrera y su transmisión, la memoria histórica y la conciencia de clase,
que por falta del referente ideológico y político en los últimos cuarenta años,
hemos perdido.
La
construcción de estos referentes, no se quedan exclusivamente en la falta de
partido, como de una mala lectura de Lenin muchos transmitimos. La necesidad de
un partido adaptado a la realidad social, es innegable en su necesidad
histórica, como instrumento de dirección y coordinación de los procesos de
movilización de masas y en la construcción de las condiciones objetivas y
subjetivas para el desarrollo de los procesos revolucionarios, pero Lenin
también nos explicó, con la expresión en su momento concreto de “todo el poder
a los soviet” que otros instrumentos del pueblo, son también
imprescindibles y necesarios, porque forman parte de ese poder popular
alternativo, que simbolizaron los soviet.
Aquí y ahora
en España, ese poder popular a crear y construir, solo lo podemos forjar desde el
compromiso con el sindicalismo de clase en tu centro de trabajo o sector, en la
asociación popular de vecinos de tu barrio o pueblo o en el centro de estudio
de nuestra juventud. El que mejor se sitúe en tu ámbito social, laboral, de
estudio, para la defensa y organización de los intereses de clase y en su
unidad para lucha. Solo desde ahí, como línea política de masas, lograremos la
unidad de los marxistas con el movimiento obrero que lucha, forjar la construcción
organizativa de sus referentes políticos, junto con lo más imprescindible en
todo proceso revolucionario: la construcción de la unidad obrera y popular.
Esto implica
para los comunistas y el movimiento obrero que lucha por su debilidad
organizativa, situar la lucha institucional en un plano secundario, donde solo lleve
la militancia y el trabajo imprescindible, en la planificación y organización del
apoyo electoral a los representantes reformistas más avanzados, desde la
independencia ideológica y política y desde la lealtad más absoluta como
aliados del pueblo. Táctica que deberá ser válida, hasta que no tengamos
capacidad organizativa y la iniciativa en la movilización de masas desde los
instrumentos del poder popular. Es decir, cuando podamos ofertarlo a las masas
como poder alternativo del pueblo, contraponiéndolo al parlamentarismo burgués.
círculos
comunistas por la confluencia popular octubre del 2017
(2) http://www.pensionistas.info/web/sites/default/files/noticies_adjunts/LA%20FSM%20DEN%C3%9ANCIA.pdf