martes, 17 de octubre de 2017

La revuelta neoliberal de la burguesía catalana divide a la clase obrera y al marxismo


Poco teníamos que decir, desde el último debate sobre el proceso de radicalización del nacionalismo catalán (1) pero la fuerte represión ejercida por el gobierno contra el pueblo, la convocatoria de huelga convocada por los sindicatos alternativos de clase, junto con los últimos lineamientos ideológicos, nos obligan a recuperar la línea de debate, sobre que se juega la clase obrera en particular en esta partida entre oligarquías, que por su configuración o por su falta histórica de configuración como estado, lo cuentan como un choque de países, haciendo de las clases populares, el instrumento de confrontación en la defensa de los intereses de la burguesía neoliberal y conservadora, en su fractura por el control de la propiedad y el mercado, cuando el pueblo, es el único genéticamente imposibilitado históricamente, de ser heredero de las propiedades, bienes y territorios, apropiados por la élite absolutista y feudal, bajo el manto patriarcal y represivo de la iglesia católica romana, tras la caída del imperio.

Existen motivos concretos para la fractura, como los que denuncia la Federación Sindical Mundial en un comunicado (2) por la disputa entre Barcelona y Madrid, por el control del negocio del transporte que nos comunicará con el centro económico de Europa, África y Asia. En temas fiscales como el reparto de la hacienda pública catalana, que los nacionalistas quieren igualarla a la vasca y navarra, insolidarias con el conjunto de las regiones españolas (3) que acumulan miserias por falta de inversión pública en empleo y futuro, en su función de reclamo turístico y abastecedor de mano de obra barata y precaria para las zonas en desarrollo, dentro de un proceso amplio de ejecución de políticas neoliberales de privatización y comercialización de los servicios y bienes públicos, como formas extractivas de los salarios, ahorros, pensiones y bienes materiales de las clases populares. También el interés de ambas burguesías, de oscurecer mediáticamente con el tema catalán, toda la trama política descubierta judicialmente de apropiación de los dineros y bienes públicos.

Seguir constatando a estas alturas, que a pesar del acto montado en el parlamento catalán, que si ahora mismo seguimos teniendo un gobierno del PP en el parlamento español, es porque la derecha neoliberal nacionalista del PDeCAT (heredera entre otros desfalcos el del 3% del coste de las licitaciones públicas a las empresas) lo ha querido así. Durante toda su historia, con la excepción de esta última legislatura, ha apoyado su formación y las políticas neoliberales del PP-PSOE, incluso durante todo el “procés” tanto el nacionalismo catalán como los otros, no la han puesto en duda, para así acabar con este gobierno y convocar un referéndum dentro de su legalidad constitucional burguesa. Recordamos que el partido de la oligarquía, ha sido hasta ahora el PDeCAT en Cataluña y en Euskadi el PNV, donde el PP solo obtenía el apoyo de los sectores extremistas de la derecha. El PDeCAT de Pujol, Mas y Puigdemont ha sido más agresivo y corrupto en el desarrollo y aplicación de las políticas austericidas y privatizadoras de lo público que el PP. Este apoyo mutuo entre oligarquías por encima de todo, debiera haberles delatado entre las masas y a nosotros alertado desde el inicio.

Podemos afirmar sin ninguna duda, que Cataluña es el lugar en el conjunto de España, donde más se han comercializado las necesidades elementales de la clase trabajadora en el ámbito de la sanidad, la enseñanza, la dependencia o los servicios sociales. Donde el nacionalismo catalán que representa a la oligarquía financiera neoliberal, ha sido y sigue siendo parte fundamental del enemigo principal, no solo del conjunto de las clases trabajadoras, sino del conjunto de las distintas clases sociales que conforman el pueblo de pequeños y medianos empresarios, campesinos, comerciantes y profesionales, ya que mediante el chantaje de los préstamos financieros, los impuestos legales y el estupro de los ilegales, son exprimidos en el proceso de acumulación y enriquecimiento ilícito, ejercidos por la corrupción de los gestores políticos y partidos en los gobiernos de los distintos niveles y por la usura de las entidades financieras, monopolios industriales y grandes empresarios, bajo la protección autoritaria de un libre mercado en manos privadas, que la ley ejerce en defensa del sistema capitalista.

El movimiento de protesta de amplias masas del pueblo catalán, es liderado por el sector neoliberal de la oligarquía con el apoyo de una burguesía radicalizada, que ve como su beneficio año tras año se reducen por la crisis económica sistémica, más el anarcoindependentismo liberal de amplios sectores de una juventud desclasada, que ve reducirse su desarrollo educacional y profesional dentro del ámbito geográfico e histórico que vivieron. Esto no representa los anhelos colectivos y solidarios de las masas obreras y populares de la movilización del 2011, de superación para las mayorías sociales de los efectos de las políticas neoliberales y la corrupción, ejecutadas por los mismo partidos burgueses que convocan, tanto la movilización por la independencia desde el gobierno catalán, como por los que la reprimen desde el gobierno español, presionados ambos en su ambición acumulativa de riquezas, por la competitividad que crea el libre mercado entre ellos, por la crisis del sistema capitalista global.

No podemos olvidar el momento político y económico que vivimos, porque él nos sitúa en el lugar que ocupamos dentro de la lucha de clases. En Francia, el gobierno presidido por Macron, proveniente del neoliberalismo progresista, perpetúa todas las medidas legisladas bajo el estado de excepción para prevenir los atentados terroristas islámicos, con la idea puesta en la utilidad que tendrá en la represión de las movilizaciones obreras, convocadas por los sindicatos de clase franceses contra la reforma laboral. No nos cabe la menor duda a los que participamos del movimiento obrero, que los mecanismos utilizados para saltarse el estado de derecho en Cataluña, una vez alcanzado el acuerdo que ya negocian para la paz entre burgueses e igual que hicieron con las medidas que tomaron contra el terrorismo etarra, servirán con el aplauso de las fuerzas nacionalistas burguesas que ahora convocan al pueblo, para reprimirlo con la policía catalana al frente, en los procesos de lucha y movilización obrera (que no cabe ninguna duda que los habrá) para combatir la privatización y comercialización de los servicios públicos, esenciales en todo estado social mínimo de derecho.

Dentro de este proceso de movilización popular bajo el liderazgo de los sectores de la burguesía catalana, los comunistas y revolucionarios siempre hemos sido y seremos solidarios en la defensa de los derechos democráticos, tanto en el derecho a decidir como en la lucha contra la represión. Pero en esta solidaridad, en absoluto puede esconderse ninguna cesión estratégica en la unidad de la clase obrera, dentro de un objetivo de división territorial en nacionalidades o de parcelación autónoma, por eso, no son entendibles las posiciones ideológicas que agrandan la división de la clase obrera y que  basculan hacia el seguidismo divisionista y sectario de la CUP, por parte de grupos como Red Roja o Iniciativa Comunista, sin haber recogido las lecturas para el movimiento obrero de la experiencia vasca, respecto a aquellos que con elementos diferenciadores, mantienen la defensa de la independencia y unidad de la clase obrera española, en la línea del PCPE (4) Partido del Trabajo Democrático (5) o Unión Proletaria (6) desde las cuales, superando el sectarismo y la suspicacia, existen oportunidades de coincidencias y de trabajo unitario, para la organización y movilización de las masas.

Los marxistas, de estas últimas movilizaciones catalanas como de las iniciadas por el movimiento de protesta contra los recortes y la regeneración democrática en el 2011, debemos sacar la conclusión de que son movilizaciones del pueblo dirigida por sectores ideológicamente ajenos al sector mayoritario, compuesto en más del setenta por ciento de clase obrera. Esta influencia ajena a los intereses de clase (no siempre antagónicos) no se supera con maximalismos, teoricismos, ni tácticas desde fuera de las condiciones de vida y trabajo de la clase obrera, solo siendo y viviendo como ella, desde los lugares de trabajo, vida social y la familia, seremos capaces de partir de la experiencia histórica del movimiento obrero y comunista internacional y de aplicarlas a las condiciones de la lucha de clases en nuestro pueblo, recuperando así para la clase obrera y su transmisión, la memoria histórica y la conciencia de clase, que por falta del referente ideológico y político en los últimos cuarenta años, hemos perdido.

La construcción de estos referentes, no se quedan exclusivamente en la falta de partido, como de una mala lectura de Lenin muchos transmitimos. La necesidad de un partido adaptado a la realidad social, es innegable en su necesidad histórica, como instrumento de dirección y coordinación de los procesos de movilización de masas y en la construcción de las condiciones objetivas y subjetivas para el desarrollo de los procesos revolucionarios, pero Lenin también nos explicó, con la expresión en su momento concreto de “todo el poder a los soviet” que otros instrumentos del pueblo, son también imprescindibles y necesarios, porque forman parte de ese poder popular alternativo, que simbolizaron los soviet.

Aquí y ahora en España, ese poder popular a crear y construir, solo lo podemos forjar desde el compromiso con el sindicalismo de clase en tu centro de trabajo o sector, en la asociación popular de vecinos de tu barrio o pueblo o en el centro de estudio de nuestra juventud. El que mejor se sitúe en tu ámbito social, laboral, de estudio, para la defensa y organización de los intereses de clase y en su unidad para lucha. Solo desde ahí, como línea política de masas, lograremos la unidad de los marxistas con el movimiento obrero que lucha, forjar la construcción organizativa de sus referentes políticos, junto con lo más imprescindible en todo proceso revolucionario: la construcción de la unidad obrera y popular.

Esto implica para los comunistas y el movimiento obrero que lucha por su debilidad organizativa, situar la lucha institucional en un plano secundario, donde solo lleve la militancia y el trabajo imprescindible, en la planificación y organización del apoyo electoral a los representantes reformistas más avanzados, desde la independencia ideológica y política y desde la lealtad más absoluta como aliados del pueblo. Táctica que deberá ser válida, hasta que no tengamos capacidad organizativa y la iniciativa en la movilización de masas desde los instrumentos del poder popular. Es decir, cuando podamos ofertarlo a las masas como poder alternativo del pueblo, contraponiéndolo al parlamentarismo burgués.

círculos comunistas por la confluencia popular             octubre del 2017