jueves, 6 de abril de 2017

Aportaciones al XX Congreso del PCE ¿última oportunidad?



Que después del abandono ideológico de la clase obrera por el PCE realizado, durante el proceso de transición al capitalismo democrático por los apoyos dados a la Ley de Amnistía del 1976 que legitimaba el genocidio del pueblo por el franquismo, a los Pactos de la Moncloa de 1978 que cedía el testigo de lucha por el poder a la burguesía y a la socialdemocracia neoliberal hasta hoy, a la monárquica Constitución española de 1978 que legitimó la propiedad privada por encima de los derechos sociales, al Estatuto de los Trabajadores de 1980 por encima de la dimisión de Marcelino Camacho como diputado obrero, por el despido libre que legalizaba y por la división y derrota ideológica que provocó en el movimiento obrero y popular por los pactos con la burguesía dominante, que aún hoy después de cuarenta años, perduran con una clase sin memoria histórica y sin conciencia política. Pero que ahora traigamos a colación este titular, no es por mérito del PCE, es más bien por demérito del resto de destacamentos comunistas (anexo1) que bajo el mantra de un leninismo sectario y dogmático, esquivan una y otra vez sus responsabilidades ante las masas y como resistir también tiene su mérito, meritorio es en este caso que en principio para el debate, recuperemos al Partido Comunista de España.

 

En la convocatoria de la segunda fase del XX Congreso del PCE, en nuestro análisis, los círculos comunistas por la confluencia, partimos de los criterios planteados en la carta dirigida a la militancia (anexo2) por el Secretario General del PCE José Luis Centella, que como costumbre por nuestra parte en los procesos de recuperación no sectaria del marxismo y de su relación histórica con la clase obrera, saludamos lo que vemos más sobresalientes en los objetivos de este congreso de elaboración del manifiesto programa, que entre otros los situamos, en la superación del proyecto de Izquierda Unida y la recuperación de la soberanía del PCE bajo criterios leninistas, para la construcción de un nuevo Bloque Histórico Alternativo que dispute la hegemonía a la oligarquía dominante. Sin olvidarnos de la ya histórica crisis de la militancia comunista por su revisionismo dogmatico y sectario, que ha fructificado en la hegemonía entre las masas de un populismo nacional revolucionario de izquierdas y de las aportaciones que el actual Coordinador de IU Alberto Garzón, dirigente del PCE y diputado por Unidos Podemos, expuso en varias entrevistas públicas recogidas por los círculos en puntorojo (anexo3)

Teniendo solo de partida la carta de intenciones del Secretario General enviada a la militancia, no ocultamos las limitaciones de nuestras aportaciones en este debate, pero aún así por nuestra propia experiencia, las vemos necesarias ante las dificultades internas del PCE en este proceso que vendrán de su propio aparato, muy dependiente del sindicalismo burocratizado y subvencionado de CC.OO y de los ayuntamientos y parlamentos, a través de una IU que vive económicamente de los acuerdos en las  instituciones con el PSOE. No son los primeros intentos de regeneración en el interior del PCE, mucha militancia nos integramos en sus filas a partir del proceso de unidad abierto con la construcción del movimiento político de IU en 1986 y especialmente a partir de 1989, bajo la dirección política de Julio Anguita, bloqueada al poco tiempo por el aparato de un partido, que seguía dependiendo de la burocracia sindical, que movía la militancia a base de la chequera de las horas sindicales y de una nueva izquierda enquistada en las instituciones, que movilizaba cobrando los favores por los empleos y cargos públicos obtenidos, en las distintos administraciones con las pactos con el PSOE. Aquí solo queda decir como dato positivo, que la nueva apuesta del debate en el PCE no pasa por su disolución, pasa por la superación de IU, donde la mayor oposición se encuentra entre los sectores liquidacionista del PCE, ahora neoliberales contra la confluencia, en coincidencia con los errejonistas de Podemos.

El primer aspecto que tocamos, lo relacionamos con la realidad económica, política y social de la que debemos partir. Como no se trata de aportar la totalidad que valoramos de esa realidad, la situamos de forma esquemática, en una situación histórica única de crisis y colapso global del sistema capitalista por sobreproducción, bajo el dominio del sector financiarizado oligárquico neoliberal internacional como imperialismo dominante y agresivo, que con su hegemonía ideológica mediática y los instrumentos financieros como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional y militares como la OTAN, liderados políticamente por un bipartidismo entre conservadores como Reagan, Bush, Aznar o Rajoy y progresistas como Felipe González, Zapatero, Clinton o Obama,  intervienen económica y militarmente provocando la desestabilización internacional, situándose así como el enemigo principal a batir (anexo4). Donde en la actual etapa, la división provocada entre neoliberales y proteccionistas por la gestión política de la crisis global del sistema capitalista, aconseja con toda claridad acabar con la visión de bloques compactos y nos obliga a analizar, las distintas contradicciones nacionales e internacionales entre los distintos sectores de la oligarquía entre sí y con el resto de la burguesía dominante nacional, para el desarrollo de tácticas de aislamiento político y social, que visualicen al enemigo principal. 

El segundo que palo que tocamos, es la relación entre la realidad económica,  la correlación de fuerza institucional y la capacidad de organización social y de lucha de nuestra clase, ya que todo objetivo que tácticamente no corresponda, nos desvía de la movilización y organización de las masas en la lucha contra la austeridad como principal política a batir, al sintetizar ésta, la política de la oligarquía neoliberal de recortes en derechos económicos, sociales y libertades que sufrimos, para su objetivo de acumulación de fuerzas y poder, para mantener la hegemonía mundial en su confrontación con las potencias emergentes, principalmente China y Rusia. Seamos conscientes de que la capacidad de movilización social actualmente es escasa, ya que toda la movilización generada desde los decretazos del gobierno neoliberal del socialista Zapatero, fueron fruto de la movilización espontanea contra los recortes, ante la inexistencia de referentes políticos sindicales y de partidos obreros que defendieran sus intereses inmediatos, los cuales están situados hoy día en la defensa del pacto social de estado de bienestar, roto con toda dureza por el gobierno del PSOE en diciembre del 2011. La ejecución de la política austericida contra la clase obrera, son la única manera que hoy día tienen para abaratar el coste de la mano de obra de producción, que bajo el estado de bienestar, había alcanzado niveles de difícil competitividad ante las condiciones de explotación en las economías emergentes.

Por el escaso nivel de desarrollo de la conciencia política y de organización social, una vez alcanzado el objetivo del rompimiento del bipartidismo en las elecciones europeas del 2013, la movilización espontanea de las masas, cedieron el protagonismo al movimiento institucional de Podemos y las confluencias políticas, donde podemos insertar al PCE-IU. Las masas en su conciencia política no van más allá de la defensa del estado de bienestar, por eso la táctica reivindicativa y programática de todos los sectores revolucionarios en la movilización social e institucional en esta primera fase, como línea de demarcación, tiene que estar centrada en la denuncia de las políticas de austeridad y de recortes de lo público y las libertades, porque es lo único que choca frontalmente contra el principal objetivo político de la oligarquía neoliberal imperialista, para su acumulación de poder y que el pueblo pague sus deudas y sus guerras. La crítica al euro, a la construcción europea, si tenemos que salir o no, si la política de defensa de Europa pasa por la pertenencia o no a la OTAN, dejémoslo para el debate con la movilización concreta y la denuncia de los actos imperialistas, para que con la elevación de la conciencia política de las masas, abramos el camino a una propuesta colectiva de construcción de una Europa de las clases trabajadoras y pueblos, de una política económica y de una defensa al servicio de la ciudadanía, para así no confundir el objetivo táctico fundamental, de romper con las políticas genocidas de la austeridad.

Como tercer punto, situamos la recuperación de la hegemonía en el ámbito de la clase obrera y en la construcción de organizaciones independientes propias de las masas obreras, para conformar el futuro poder popular en la construcción de una democracia participativa socialista. El PCE si lo desea recuperar, tiene la suficiente experiencia histórica vivida durante la república, con la política de frente único proletario y frente popular y con la lucha clandestina bajo la dictadura franquista, organizando el movimiento político de las comisiones obreras en fábricas y sectores de producción dentro y fuera del sindicato vertical, en pueblos y barrios actualmente como movimiento vecinal. Luchas desde la clandestinidad, que nacía de la experiencia unitaria de lucha de masas del PCE de la república y que fue anulada por la revisionista y dogmática apuesta por la reconciliación de clases y los pactos con la burguesía dominante de la dirección exiliada, bajo la influencia del XX Congreso del PCUS en 1956.

Recuperar esta experiencia histórica de lucha adaptándola a la realidad actual, implica la recuperación de los conceptos y principios a desarrollar en la práctica sindical de masas, entre ellos el más urgente haciendo realidad un tópico en el PCE, el de subordinación del trabajo institucional al de masas, donde  la contradicción siga siendo capital-trabajo. Esto debe implicar para el PCE, si quiere realmente situarse en el plano de reconstrucción de un partido comunista al servicio de las masas obreras, poner la batalla política institucional actualmente en segundo plano, sin dejar de aportar, pero trabajando para poner a los cargos institucionales elegidos bajo las candidaturas populares, al servicio de los intereses generales de las clases trabajadoras. No hay política más revolucionaria que aquella que se vuelca en transformar el conocimiento político de las masas trabajadoras, para elevarlo desde la defensa intuitiva de sus intereses concretos a los generales de la clase obrera. La superación del economicismo corporativo solo puede venir de la mano de la intervención sociopolítica de los revolucionarios, por eso un partido comunista tiene que tener claro qué tipo de sindicato quiere construir y para qué, como parte del poder popular y para esos parámetros la actual CC.OO, no puede ser el referente del partido y menos el único, porque guste o no guste, los recortes austericidas volverán tras la etapa actual de transición.

La experiencia histórica más avanzada del movimiento obrero en España en la construcción de una línea política de masas desde dentro de las masas, se construyó con la creación del movimiento sociopolítico de las comisiones obreras, con su funcionamiento asambleario de base. Su fuerza como instrumento del poder popular que era y debe ser recuperado, estaba en la asamblea de centro de trabajo y sector, siendo la comisión obrera (hoy Comité de Empresa) su único representante ante la patronal. Recuperar este principio de unidad de la clase obrera y poder obrero de base, implica también dar el poder de decisión sindical en el ámbito de su intervención, a las secciones sindicales y asambleas sectoriales, donde nunca más las direcciones de los sindicatos, usurpen la capacidad de decisión y representación directa de los derechos y reivindicaciones de la clase obrera. Incluyendo en el sindicato la salvaguarda del principio de solidaridad de clase obligatorio, por ejemplo, que ninguna sección sindical o asamblea de sector del sindicato, puede firmar despidos o aceptar el cierre de empresas con despidos, aunque el corporativismo economicista y la falta de solidaridad de una asamblea de centro de trabajo por mayoría lo acepten. Al servicio de estos principios tienen que esta basada la acción sindical y la construcción en el estado español del objetivo de un único sindicato de clase. Lo mismo podíamos decir en el desarrollo de un amplio movimiento vecinal de barrio y pueblo de base, democrático, participativo y sociopolítico.

Como cuarto punto, vemos la necesidad de tener un discurso global y transversal en nuestra línea de intervención política entre las masas desde el trabajo de masas y cuando sea necesario, desde la octavilla o la conferencia. El partido tiene la obligación de superar el discurso y estructura movimentista sectorializada e incorporar la visión global en el debate general del partido, sindicato y del movimiento vecinal para elevar la conciencia política del pueblo. Cuando hablamos por ejemplo de la precariedad y el paro,  como principal problema de la clase obrera allí donde trabajamos y donde vivimos, vemos como éste, atraviesa el corazón de los sectores más débiles y desestructurados de la clase trabajadora. La mentalidad patriarcal que nos inculcan desde la religión, la enseñanza y los medios de comunicación para la defensa de su propiedad privada, perjudican en especial los derechos de las mujeres, pero fundamentalmente son la falta de libertades democráticas y de derechos laborales en las fábricas y centros de trabajo y de una enseñanza laica, científica y democrática, los que impiden la superación de la desigualdad de género. Solo la anulación de la libre contratación empresarial, dejándola en  manos de los organismos públicos, anulando el despido libre y recuperando el derecho a la negociación colectiva por encima de la individual empresarial, se incorporará la mujer con los mismos derechos y salarios al mundo laboral, sentándose así la base legal para su propia lucha personal por su independencia económica y social para la igualdad total política en la casa, en la calle y en el trabajo. Esto también afecta a la juventud que sin un trabajo fijo y con derechos, jamás podrá organizar su vida independiente y como las mujeres, tener derecho a una pensión digna en la dependencia de su vejez. 

La conquista de un trabajo como derecho y obligación para todo el mundo es una necesidad vital, porque solo así podremos optar por un socialismo que pueda construir un futuro desde la lucha de clases, donde de cada uno según su capacidad y a cada uno según sus necesidades. Por ello es fundamental tener una idea del tipo de socialismo por el que luchamos, proyectando los realmente hoy existentes desde el apoyo y la crítica, siempre desde dentro de los procesos revolucionarios, conscientes de que la única manera del desarrollo pacífico de la humanidad está en la construcción de una sociedad socialista, donde el adelanto cientificotécnico con la telemática y la robótica, no sea para un mundo futuro de una mayoría marginal, sino que sea, para que todas las personas trabajen y cada vez menos, hasta la liberación total de la esclavitud del trabajo.

La última aportación la sintetizamos en un concepto muy sencillo, como marxistas, seremos leninistas si somos capaces de hacer un análisis serio de la realidad que vivimos y no nos la inventamos, adaptando la realidad a nuestra experiencia y deseos. Si captamos las principales contradicciones y diferenciamos las principales de las secundarias en cada momento y no nos perdemos en la multitud de puntos de vista, aristas y contradicciones que tiene cada cosa material o pensamiento. Si damos como respuesta una estructura organizativa al partido y a las organizaciones de masas, acorde con las tareas y objetivos de su ámbito de decisión, de forma que permita la práctica con aciertos y errores, base de la crítica y la autocrítica como rectificación y como criterio de funcionamiento democrático y de corresponsabilidad con las decisiones mayoritarias.  Es decir, si elaboramos esa teoría revolucionaria desde la lógica y la dialéctica con criterios democráticos y participativos. Esto es ser revolucionarios marxistas, leninistas y  el único método de encontrarnos todos en la misma lucha y trinchera.

Círculos comunistas por la confluencia popular      


(2) El líder del PCE envía una carta a los afiliados donde invita a superar la etapa IU

Madrid, 9 de marzo de 2017

Estimada camarada, estimado camarada:

El pasado domingo el Comité Federal acordó convocar la 2ª fase del XX Congreso del PCE para los próximos 24, 25 y 26 de Noviembre y lo hizo acompañado de una serie de propuestas de trabajo que debe desarrollar el Partido a la vez que se realiza el debate congresual. El reto es que en estos meses no estemos encerrados en las sedes sino que al contrario estemos más volcados que nunca en la lucha contra las injusticias que comete el Gobierno del PP con el apoyo parlamentario de Ciudadanos y del PSOE contra la mayoría de la clase trabajadora y capas populares del Estado Español. Los objetivos de este Congreso son dos, por una parte elaborar el Manifiesto Programa del Partido Comunista de España para el actual momento de la lucha de clases y por otro adecuar nuestra estructura organizativa y nuestra forma de trabajar para hacer del partido una herramienta útil para la lucha social, para el trabajo político y para la batalla ideológica. En estos momentos de convocatoria de la fase final del XX Congreso considero necesario trasladaros las ideas que para el mejor desarrollo del proceso congresual se acordaron en el Pleno del Comité Federal:

1. Un debate congresual que concrete y desarrolle los acuerdos alcanzados en la primera fase, de forma especial los que se tomaron en referencia a nuestra propuesta de salida de la Unión Europea y el Euro, nuestra lucha contra el Patriarcado, nuestra apuesta por la superación de la Izquierda Unida Partido Político y el papel de un PCE soberano en la construcción de un nuevo Movimiento Político y Social, desde el desarrollo de una política de convergencia que tenga por objetivo avanzar hacia la configuración de un Bloque Histórico Alternativo que dispute la hegemonía al bloque dominante.

2. Afrontar esta segunda fase, con un método que permita conjugar la clarificación política, con la máxima unidad, procurando que el resultado sean unas tesis equilibradas fruto de la síntesis y no de refritos o yuxtaposiciones de una posición y la contraria.

3. Construir un Partido que sea un instrumento útil para la defensa de la clase trabajadora y las capas populares, que plantee propuestas valientes que sepan situar al PCE en las mejores condiciones políticas y organizativas para conseguir que nuestros planteamientos avancen en el debate abierto en el seno de las fuerzas de izquierdas y progreso. Para ello la actualización de Nuestro Manifiesto Programa es una necesidad inaplazable.

4. Adecuar nuestra estructura organizativa y nuestra práctica militante, tanto los órganos de dirección como de las propias organizaciones de base. El objetivo es hacer del Partido un instrumento para la acción, de manera que tengamos una estructura ágil, en la que cada militante tenga una tarea concreta y revisable. El debate sobre modelo de Partido debe ser una de las centralidades del Congreso. La recuperación del carácter Leninista del Partido no puede ser una cuestión meramente nominal, sino la consecuencia del desarrollo de la línea emprendida en el XVII Congreso para situar al Partido en las mejores condiciones de dar respuesta a los retos que nos presenta la actual fase imperialista del capitalismo. Tenemos que tener muy claro que la forma de organizarnos no es un fin en sí mismo sino un instrumento al servicio de los objetivos políticos que el Partido se plantea en cada momento.

En definitiva se trata de conjugar, debate político, voluntad de síntesis y trabajo por la máxima unidad, con la máxima dedicación a la actividad política, a desarrollar las campañas por el trabajo y la vida digna, contra el fraude de las eléctricas y por su nacionalización. A partir de esta determinación, creo que el conjunto del Partido, militantes y direcciones, debemos trabajar colectivamente para que este XX Congreso lance el mensaje de un PCE unido y fuerte, un PCE que actúe hacia fuera como una sola voz en defensa de los intereses de la clase obrera y las capas populares para construir una sociedad socialista.

Un abrazo y buen debate. José L. Centella Gómez