martes, 23 de abril de 2024

China critica que se cuestione el derecho de Palestina a ser miembro de la ONU


 

NACIONES UNIDAS, 18 abr (Xinhua)

El representante permanente de China ante la ONU, Fu Cong, criticó el jueves, con vehemencia, a los países que cuestionan la elegibilidad de Palestina para ser miembro de la organización mundial bajo la Carta de las Naciones Unidas, haciendo hincapié en que la condición de Estado es un "derecho nacional inalienable" del pueblo palestino.

Durante su declaración, tras la votación en la que Estados Unidos vetó un proyecto de resolución para la plena adhesión de Palestina a la ONU, Fu expresó su profunda decepción.

"Hoy es un día triste", porque el veto estadounidense ha truncado sin piedad "el sueño de décadas del pueblo palestino", remarcó.

El diplomático chino destacó la contradicción de los argumentos presentados por algunas naciones sobre la capacidad de gobierno de Palestina.

"La afirmación de que el Estado de Palestina no tiene capacidad de gobierno no se ajusta a la realidad sobre el terreno", dijo, señalando cambios significativos en los últimos 13 años, incluida la expansión de los asentamientos en Cisjordania.

"El espacio de supervivencia de Palestina como Estado se ha reducido constantemente, y los cimientos de la solución de dos Estados se han erosionado continuamente", añadió Fu, quien condenó lo que describió como "lógica gansteril que confunde el bien y el mal".

Además, el representante permanente condenó las implicaciones realizadas por algunos países que cuestionan que Palestina sea un Estado amante de la paz, un criterio para ser miembro de la ONU. "Tal acusación es escandalosa y va demasiado lejos", declaró.

Criticó también los cálculos políticos que hay detrás de la oposición a la plena adhesión de Palestina a la ONU, sugiriendo que si este es el motivo "sería mejor simplemente decirlo, en lugar de inventar excusas para revictimizar al pueblo palestino".

Sobre las implicaciones más amplias de negar a Palestina la plena adhesión, Fu argumentó que esta acción pone el carro delante de los bueyes, especialmente cuando "la parte israelí rechaza cada vez más claramente la solución de dos Estados".

Abogó por la entrada de Palestina como miembro de pleno derecho en la ONU como medio para concederle un estatus igual al de Israel, lo que, a su juicio, podría ayudar a crear las condiciones necesarias para la reanudación de las negociaciones.

"La rueda de la historia avanza, y la tendencia de los tiempos es irresistible", aseguró Fu, expresando su confianza en que "llegará el día en que el Estado de Palestina gozará de los mismos derechos que los demás Estados miembros de la ONU, y los dos Estados de Palestina e Israel podrán convivir en paz".

Fu reafirmó el compromiso de China de continuar sus esfuerzos y desempeñar un papel constructivo en la realización de esta visión, con la esperanza de un futuro en el que "los pueblos palestino e israelí puedan vivir con tranquilidad y felicidad".



Como hace 40 años, Nicaragua al centro de la lucha antiimperialista


Stephen Sefton
 (radiolaprimerisima.com)   15 abril/2024 

Desde los tiempos más antiguos, las guerras entre las naciones y los pueblos siempre han involucrado aspectos mucho más complejos que solamente las acciones estrechamente militares.

Es sabiduría común que el éxito militar requiere un uso eficaz de la guerra psicológica, la guerra comunicacional, la diplomacia, la tecnología, la organización logística y la producción industrial, entre otros elementos de la estrategia y su implementación operativa.

En el caso de Nicaragua, el triunfo del pueblo nicaragüense en 1979 liderado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional fue la continuación de la lucha del General Sandino para expulsar a los marines del país en 1934. Ambas victorias fueron ejemplos muy claros de la compleja combinación de esfuerzos en múltiples frentes de acción para lograr la victoria de la causa popular contra el imperio más poderosa y despiadada de la historia humana.

Las acciones de Nicaragua en defensa del Derecho

Este 9 de abril fue el 40 aniversario de que Nicaragua presentó en La Haya su demanda contra Estados Unidos, y el 8 de abril, en el mismo supremo tribunal del sistema de Naciones Unidas, se abrió el caso contra Alemania por su complicidad en el genocidio sionista en Palestina. De esta manera, Nicaragua ha vuelto a dar grandes y prácticas lecciones al mundo de la justicia de la lucha de los pueblos contra el imperio yanqui y sus gobiernos satélites.

Como el compañero doctor Carlos Argüello ha explicado, en relación al 40 aniversario, “este no fue un asunto aislado para Nicaragua: es un asunto que seguimos repitiendo y utilizando, ahorita, a favor de nuestros hermanos palestinos; pero es un recurso que abrió Nicaragua y que está ahí a la orden de la Humanidad”. En otro momento el doctor Argüello ha comentado que “40 años después, y este caso que estamos viendo, el de Nicaragua en contra de Alemania, es para mí francamente una continuación de toda la actuación jurídica que ha tenido Nicaragua en defensa del Derecho de los Pueblos a la No Intervención”.

En 1986 el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) tuvo un fuerte impacto en el contexto internacional y regional. Junto con otros acontecimientos y acciones, como la ofensiva militar de la Operación Danto, el proceso diplomático de Esquipulas y la negociación de los Acuerdos de Sapoá, la sentencia de La Haya de 1986 apoyó mucho para permitir al FSLN y al pueblo de Nicaragua llevar a cabo de manera exitosa un proceso de paz que culminó en las elecciones de febrero 1990 y la primera transición pacífica de gobierno entre fuerzas políticas opuestas en la historia del país.

Ahora, en un nuevo contexto internacional, el caso de Nicaragua contra Alemania por su complicidad en el genocidio sionista contra el pueblo palestino es otro aporte importante a la construcción de una nueva orden mundial más justa y democrática. Sea cual sea la resolución de la CIJ, el caso refleja la resoluta afirmación de la autoridad moral y la justicia aun ante la descarada falta de vergüenza de los criminales que dirigen los Estados Unidos y sus aliados, ahora que enfrentan un marcado declive de su poder e influencia en el mundo.

Toda la vida, como parte de su interminable guerra psicológica, Estados Unidos y sus aliados europeos han sido especialmente cínicos en aprovechar las horrorosas atrocidades cometidas por la Alemania nazi y el imperio japonés para camuflar sus propios innumerables crímenes contra la humanidad, durante siglos de genocidio y esclavitud y sus repetidas guerras de dominación.

El apartheid, el nazismo y el sionismo: criaturas imperialistas

Con mucha justicia se hace la comparación del genocidio sionista del pueblo palestino con las políticas genocidas de los alemanes nazis y sus colaboradores europeos contra los pueblos eslavos y las familias judías europeas entre otros. Y con toda razón nuestro Comandante Daniel ha observado “eso es el Nazismo, la expresión más desarrollada del capitalismo en Europa”.

Así que es saludable recordar –como lo ha hecho el Comandante Daniel– que las políticas genocidas eran comunes a todos los poderes europeos contra sus colonias en el mundo mayoritario. Como apuntó la filósofa francesa Simone Weil, la innovación de la Alemania Nazi fue aplicar esas mismas políticas genocidas coloniales a las propias poblaciones europeas. También vale la pena notar que la gran mayoría de los europeos colaboraban con las fuerzas alemanes nazis, especialmente en la masiva ofensiva contra la Unión Soviética.

Y esto es el fondo de la observación del doctor Argüello sobre la falsedad del Occidente cuando sus hipócritas dirigentes afirman su superioridad moral como defensores del derecho internacional, ya que –como él mismo dijo– Nicaragua puso “en evidencia, que Estados Unidos es falso que respete el derecho, que no eran razones de justificación de Derecho que impulsaban su política, sino estrictamente sus intereses económicos y monopolísticos. Eso es lo que nosotros pusimos en evidencia y que ha quedado en evidencia todo este tiempo. Cuando fuimos a la Corte hace 40 años, pusimos en evidencia por primera vez esa situación: Que no es cierto que aquí están defendiendo el derecho y la moral… ¡No! Nicaragua lo estaba haciendo, Nicaragua es la que estaba defendiendo el derecho”.

Vale la pena recordar que cuando Nicaragua presentó su caso en 1984, lo hizo en el mismo momento histórico que la ilegal agresión y ocupación del Líbano por el régimen sionista israelí y la guerra de terror contra Angola y Mozambique por las fuerzas terroristas del entonces régimen supremacista blanco de Sudáfrica. En ambos casos los países occidentales ignoraron los múltiples crímenes de lesa humanidad y violaciones del derecho internacional de parte de los regímenes de Israel y Sudáfrica de aquel entonces.

Paralelo entre las luchas de Palestina y Sudáfrica

En 1973, Naciones Unidas adoptó la Convención contra el Apartheid, o sea contra la aplicación sistemática de políticas racistas contra una población. La Convención se hizo efectiva en 1976. Pero los gobiernos de los países de la OTAN, a pesar de las sanciones impuestas por Naciones Unidas contra Sudáfrica, siguieron apoyando a su régimen racista.

De la misma manera que Estados Unidos y sus aliados apoyaban a la Contra para intentar destruir la Revolución Popular Sandinista en Nicaragua, usaban fuerzas similares como UNITA en Angola y RENAMO en Mozambique para atacar e intentar destruir las revoluciones en aquellos hermanos países africanos. Sin embargo, la vigencia de la existencia de la Convención contra el Apartheid y las sanciones autorizados por la ONU, ayudaron a crear el contexto que conducía de manera ineluctable a la derrota del régimen abiertamente racista que gobernó Sudáfrica en aquel entonces. Por supuesto, el elemento decisivo fue la intervención militar cubana a favor de Angola con los aviones de combate soviéticos que destruyeron tanto la aviación militar sudafricana como sus fuerzas terrestres.

Fue la decisiva batalla de Cuito Cuanavale (un municipio del sureste de Angola, en la región fronteriza con Namibia y Zambia), entre diciembre de 1987 y marzo de 1988, la que quebró el poder militar sudafricano y forzó al régimen racista a reconocer que no iba a poder ganar la guerra contra sus países vecinos.

Tres años más tarde Nelson Mandela fue liberado y en 1994 asumió como Presidente de la Sudáfrica libre. Igual que el triunfo del pueblo nicaragüense, la victoria del Congreso Nacional Africano y su pueblo en Sudáfrica resultó de una compleja combinación de factores y fuerzas. Entre éstos, el categórico rechazo al sistema de apartheid por la enorme mayoría de la opinión mundial fue fundamental y se expresó de manera formal en las normas del derecho internacional establecidas por la Convención contra el Apartheid.

Ahora podemos ver un proceso similar en camino en relación a la lucha del pueblo palestino para su liberación e independencia. De la misma manera que los poderes occidentales protegieron al régimen racista de Sudáfrica y trataron como letra muerta la Convención contra el Apartheid, Estados Unidos y sus satélites han violado al Convención contra el Genocidio durante décadas, al no prevenir sino facilitar la insidiosa política de genocida en cámara lenta del régimen sionista contra el pueblo palestino.

La victoria del Diluvio

Ha sido la decisiva acción militar “Diluvio Al Aqsa” en octubre del año pasado, coordinada entre las diversas fuerzas armadas palestinas, que ha cambiado el equilibrio político-militar a favor del pueblo palestino. Ha llevado al primer plano ante el mundo entero la criminal naturaleza genocida del régimen israelí. Existe una fuerte correspondencia histórica entre la decisiva batalla de Cuito Cuanavale y la ofensiva militar palestina “Diluvio Al Aqsa”.

Como ha admitido Haaretz, el diario principal de los medios sionistas, Israel no ha logrado ninguno de los objetivos de su ofensiva contra Gaza:

֎ No ha logrado destruir la estructura política y militar de Hamas y sus fuerzas aliadas.

֎ No ha logrado liberar a los prisioneros en manos de las fuerzas palestinas.

֎ No ha podido asegurar la seguridad del territorio palestino ocupado ni alrededor de Gaza ni en la frontera con el Líbano, de donde han huido decenas de miles de colonos israelíes y sus familias.

֎ Y tampoco ha logrado mitigar el oprobio prácticamente universal provocado por la masiva destrucción indiscriminada de residencias e infraestructura vital, las masacres de miles de familias enteras, de miles de niñas y niños y ancianos, la destrucción deliberada de escuelas y hospitales, el asesinato de cientos de periodistas, docentes, médicos, enfermeras y paramédicos y la imposición deliberada de una hambruna contra la población civil de Gaza al impedir la entrada de alimentos y agua.

Todo indica que ahora el régimen sionista enfrenta una crisis existencial de la misma manera que el régimen racista de Sudáfrica hace 40 años. Solamente el apoyo incondicional –al menos por el momento– de parte de Estados Unidos y sus aliados mantiene a flote el gobierno del Primer Ministro Netanyahu.

Ha quedado demostrado que la ocupación sionista de los territorios palestinos es insostenible militar y políticamente. Solo queda por ver cuánto tiempo más y hasta qué punto los criminales dirigentes occidentales van a seguir negando los principios fundamentales del derecho internacional humanitario. No es un accidente que ha sido el gobierno de Sudáfrica el que presentó ante la CIJ la denuncia contra Israel por su genocidio del pueblo palestino.


La consecuencia de Nicaragua

El caso definitivamente contribuye a crear un contexto político y diplomático que aumenta las posibilidades para el pueblo palestino de lograr finalmente una medida de la justicia que se le ha negado durante más de un siglo: desde la infame Declaración Balfour de 1917 (dictada por el moribundo imperio inglés, que permitió el desalojo violento de sus tierras del pueblo palestino).

Tampoco es un accidente que ha sido Nicaragua quien juega un papel decisivo en este proceso motivada tanto por su propia historia como por su compromiso inquebrantable con el antiimperialismo.

El año pasado, cuando el Comandante Ortega otorgó al doctor Argüello la Orden Augusto C. Sandino en su Máximo Grado Batalla de San Jacinto, el Presidente Daniel recordó:

“Hoy conmemoramos (27 de junio de 2023) el aniversario del fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, sentencia que conmovió los cimientos de los imperialistas, los conmovió, los sacudió, los exhibió como terroristas, como criminales. Un Estado terrorista es el Estado yanqui, el Estado más terrorista, que ha lanzado por todos lados agresiones, invasiones, ha sembrado muerte en todo el mundo. Es decir, el Estado yanqui es la expresión más desarrollada de los imperialismos de la Tierra”.

“Y nosotros los nicaragüenses retamos a Estados Unidos, lo retamos a que cumpla con lo que manda el Derecho Internacional, que empiece por cumplir con esta sentencia de la Corte que los manda a indemnizar a Nicaragua… ¡Cumplan! ¡Cumplan! Que cumplan, y entonces, bueno, se podrá empezar a creer en que Estados Unidos van a rectificar”.

 

El poder del patrón


 ESTADO ESPAÑOL :: 15/04/2024

FRANCISCO GARCÍA CEDIEL

Se supone (así nos dicen), que el Ministerio Fiscal defiende los derechos ciudadanos, aunque todo esto es hermosa literatura; la fiscalía también agacha la cerviz ante el poderoso

Acudí en la década de los 80 del pasado siglo a la proyección de la película “Los santos inocentes”, dirigida por Mario Camus y basada en la novela homónima de Miguel Delibes, y cuando Azarías, personaje representado magistralmente por Paco Rabal, ahorcaba al señorito que le había matado a su graja, la sala de cine en pleno prorrumpió en un estruendoso y prolongado aplauso.

Probablemente ahora no se hubiera producido una reacción del público parecida, tal vez en estos tiempos se hubiera generado un ominoso silencio y, a la salida del cine, los comentarios habrían girado sobre la condena de la violencia “venga de donde venga” o, las personas mas avanzadas socialmente, sobre lo “desproporcionado” de la respuesta del tal Azarías; total, por la muerte de un pajarraco…

¡Tomarse la justicia por su mano no es la solución! Afirmaría sin duda algún asesor de organización progre con presencia parlamentaria (es lo que le han dicho en la Facultad), y concluiría que “estamos en un estado de derecho” y que la justicia está para defender a las personas que tienen problemas similares.

Incluso, si es asesor de una opción algo más radical, aventuraría que aquello “era cosa del franquismo” pero que ahora los tiempos han cambiado ¡Si hasta los animales tienen derechos! Dirá muy serio.

Afortunadamente ni al director Mario Camus, ni a Paco Rabal, ni al propio Miguel Delibes se les puede llevar a la Audiencia Nacional por apología del terrorismo; desgraciadamente los tres han fallecido.

Conecto con mi mando el informativo y me dicen que, hoy en día, las relaciones laborales van como la seda. Hay tensiones, claro, pero contamos con los poderes públicos que amparan a la clase trabajadora. Supongo que tales mensajes tranquilizan a muchas personas, pero yo, aunque también he estado en Disneyland, tengo que salir de casa por razones laborales para enfrentarme a la realidad.

Dani es un joven sindicalista que por reclamar sus derechos fue despedido de la empresa en la que trabajaba (nada nuevo bajo el sol), pero, en vez de agachar la cerviz ante el poderoso como se acostumbra en estas tierras, no se conformó solo con demandar, sino que además decidió plantarse en la puerta de la sede de la empresa para repartir un folleto de su sindicato denunciando la actitud despótica de ésta.

La respuesta de los patronos, apellidados Cid por más señas, es propia del empresariado del siglo XXI: salieron a la puerta de su cortijo y agredieron a puñetazos a Dani y a otro compañero, de modo que hubo de presentarse el servicio de urgencia (en Madrid se llama SAMUR), que les atendió in situ y levantó informe de los daños sufridos por éstos.

Previa denuncia de los agredidos y para hacerlo breve nos situamos en la escena del juicio penal. Lo que comenzó como un sainete devino en esperpento, destacando la actuación estelar de la Fiscal que, no solo durante la vista hizo alarde de estar ausente, sino que terminó pidiendo la absolución de los empresarios argumentando únicamente que hay “versiones contradictorias” (sic). ¿Qué hubiera pasado si el agredido fuera el patrón?

Se supone (así nos dicen), que el Ministerio Fiscal defiende los derechos ciudadanos, aunque todo esto es hermosa literatura; la fiscalía también agacha la cerviz ante el poderoso, al contrario que nuestro entrañable Azarías.

Afortunadamente la Juez ha condenado a los Cid, entendiendo cabalmente que los partes de asistencia y lesiones de Dani acreditan que fue agredido por los citados “emprendedores” y, aunque su Señoría ha pasado de puntillas sobre las derivadas antisindicales del caso, la sentencia declara probada la agresión sufrida por ese trabajador ¡Algo es algo!

Con la modesta satisfacción de haber recibido la sentencia, enciendo de nuevo la televisión, me vuelven a contar que en el mundo del trabajo las cosas van cada vez mejor. Apago el aparato; voy a releer “Los santos inocentes”.

Francisco García Cediel


Texto completo en: https://www.lahaine.org/est_espanol.php/el-poder-del-patron

Los siete samuráis y Dien Bien Phu



Fuentes: Rebelión

Este mes de mayo de 2024 se cumplen 70 años de la gloriosa Batalla de Dien Bien Phu, comandada por el general Vô Nguyên Giáp. Se cumplen también 70 años del estreno de Los Siete Samurais, película dirigida por el maestro Akira Kurosawa, un incunable del cine clásico. Ambos hechos ocurrieron en los primeros meses de 1954, lo que no deja de ser curioso, por lo que comentaré.

Entre la batalla y la película no existe, desde luego, ninguna relación directa. Lo que tienen de común, sin embargo, es notorio. No deja de llamar la atención que nadie, hasta donde sé, haya reparado en ello, todavía más cuando sucedieron simultáneamente. Los siete samuráis  es una ficción épica inspirada en la mística marcial de los célebres guerreros que servían a los clanes feudales japoneses. El argumento invierte su filosofía de clase aprovechando el contexto histórico de su decadencia para ponerlo al servicio de los campesinos. Éstos sufren el expolio continuado de unos bandidos violentos.

Sin recursos de protección y sin conocimiento del arte militar, solicitan consejo al decano, quien les sugiere contratar samurais. Perplejos, sin entender la recomendación, puesto que va en contra de la posición social del samurai, acceden pero sin mayores esperanzas ni nada contante y sonante que ofrecer. A pesar de todo consiguen el objetivo, contratando siete guerreros, entre los cuales se cuela un falso samurai, Kikuchiyo, quien será un héroe de la epopeya y merecedor póstumo del reconocimiento de sus compañeros de armas, interpretado por Toshiro Mifune. Este falso samurai había sufrido en su infancia de campesino la acción criminal de otros saqueadores.

El líder del grupo, Kambei, no es un simple guerrero; en medio de un contexto de decadencia y de penuria económica termina por anteponer a su orgullo aristocrático una ética de empatía con el desvalido que, si bien choca con la investidura de guerrero noble, no menoscaba su código de honor. Fue interpretado por el legendario Takashi Shimura. Progresivamente todos se ven imbuidos de esa emotividad, que se traduce en convicción moral e identidad con la causa de la aldea.

El incentivo de la retribución, originalmente puesto como justificación para acceder a lo implorado y que los reduce en un principio a simples mercenarios, pierde toda importancia frente a una sincera solidaridad y sentido del honor. El poder de los bandidos y su número son suficientes para saber que las probabilidades de victoria a que pueden aspirar un puñado de combatientes mal armados y una aldea medrosa, son mínimas. A cambio de casi nada, queda lejos de una apuesta mínimamente sensata para un mercenario con sentido común, dado el alto riesgo de muerte que ofrece el desenlace más probable. Pero la muerte asoma como la coronación gloriosa de una carrera malograda por la marginación y el olvido.

Es en este punto donde Los siete samuráis y Dien Bien Phu asoman sus paralelismos. En la película, el líder del grupo, contra todo pronóstico, formula un inteligente plan de defensa que involucra a los campesinos, los cuales reciben instrucción militar. Los preparativos comprenden la sorpresa y la emboscada frente a un enemigo poderoso y arrogante que prefiere la embestida directa. Los samurais emprenden la ejecución del plan incursionando en las filas enemigas con tácticas de guerrilla y sabotaje para evolucionar hacia un teatro de confrontación directa y decisiva. Después de grandes pérdidas, que incluyen la muerte de cuatro guerreros, consiguen derrotar a los bandidos y liberar a la aldea.

Mutatis mutandi, el párrafo anterior se puede arreglar para hacer una síntesis muy gruesa del desenlace de la resistencia vietnamita contra la ocupación militar francesa. La película sirve como un invaluable recurso pedagógico de guerra asimétrica, más elocuente que un tratado académico. Claro que la dirección del Viet Minh no fue improvisada ni sus miembros fueron contratados, si bien no siempre procedían del campesinado. La amalgama entre el partido, la estructura militar y los campesinos alcanzó una prodigiosa eficacia, tras de la cual hubo el sacrificio inenarrable de un pueblo decidido a derrotar a los bandidos expoliadores.

Vô Nguyên Giáp, Ho Chi Minh y los demás comandantes del Viet Minh trazaron cuidadosamente el plan para convertir a Dien Bien Phu, previamente elegida por el comando galo, en una trampa para su ejército y en una acción decisiva de la guerra, posibilitada también por el apoyo de la Unión Soviética y China. El brillo de la estrategia del general vietnamita es una leyenda y un tema de estudio en las academias militares, por demás célebre. La táctica de guerra de guerrillas y las ofensivas con repliegue de señuelo terminaron por escalar a una batalla de tipo convencional que sorprendió a los franceses, un enemigo poderoso y arrogante.

El descalabro francés, si bien no condujo a una completa liberación de Viet Nam, país que quedó partido en dos y en espera de la incursión de los siguientes bandidos (los marines estadounidenses), fue un hecho trascendental que demostró palpablemente el potencial de la guerra asimétrica, como ya había sucedido con las resistencias de España y Rusia contra la ocupación napoleónica y luego en China bajo la conducción de Mao Zedong. Un esbozo invaluable  de teoría de guerra de guerrillas se puede leer en un inciso de Guerra y Paz de León Tolstói.

Difícilmente podemos imaginar que Kurosawa se inspirara en el propósito de componer un opus críptico sobre la resistencia vietnamita, menos aún sobre el significado emancipador de Dien Bien Phu, máxime cuando la película se estrenó mientras la batalla estaba en pleno desarrollo. Aparte del paralelismo, no deja de llamar la atención la coincidencia cronológica.

En ambas situaciones se despliega la lucha de pueblos oprimidos contra sus agentes expoliadores; en ambas, los pueblos están formados por campesinos humildes que cultivan arroz y sufren la violencia inusitada del agresor. Los dos plantan cara al enemigo con comandantes bien formados y estrategias asimétricas; ambos utilizan el factor sorpresa y escalan a la confrontación directa hasta la victoria final, acorralando y desbaratando al enemigo al invertir a favor su propia fuerza, no sin graves sacrificios y derrotas pasajeras. Uno, evento de ficción, el otro, real. Los dos, asiáticos. Alegoría tal vez fortuita pero que se antoja un homenaje involuntario a la heroica resistencia del pueblo vietnamita y a sus caídos en el campo del honor.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

lunes, 22 de abril de 2024

'Panafricanismo y Comunismo', de Hakim Adi


 Daniel Montañez Pico  Universidad Complutense de Madrid.
21 FEB 2024 

La editorial Bellaterra publica ‘Panafricanismo y comunismo’, de Hakim Adi, un libro que rescata una experiencia histórica donde dos horizontes de liberación dialogan y se potencian mutuamente en la lucha contra el capitalismo.


En 1956, George Padmore, militante e intelectual afrocaribeño de Trinidad y Tobago, considerado uno de los más destacados luchadores por la descolonización de África, publicó una de sus obras más conocidas: ¿Panafricanismo o comunismo? (Dennis Dobson, 1956). Este libro, muy influyente en su época, planteaba que existían dos grandes movimientos ideológicos que estaban orientando el proceso de descolonización en África: el panafricanismo y el comunismo. Después de un análisis sobre los orígenes y desarrollo de cada movimiento, Padmore los declaraba incompatibles y se decantaba de forma contundente por un panafricanismo de carácter socialista, planteando que el comunismo en África había derivado en un servilismo colonial hacia la URSS, que impedía la verdadera liberación de los pueblos y naciones del continente.

Frente a esta hipótesis de incompatibilidad, Hakim Adi, historiador británico y uno de los más relevantes investigadores sobre la temática a nivel mundial, planteó desde el estudio histórico una hipótesis diferente: el panafricanismo y el comunismo no tienen por qué ser incompatibles. Para sostener el argumento el autor desarrolló una investigación durante más de una década en diversos archivos de todo el mundo, publicando sus resultados en 2013 en el libro Panafricanismo y Comunismo (Africa World Press, 2013), cuya traducción al castellano podemos disfrutar gracias a la reciente edición publicada por la editorial Bellaterra (2023). En esta obra se investiga en profundidad un caso concreto donde se demuestra la convergencia entre ambos movimientos, como fueron las estrategias, tácticas, orientaciones, resoluciones, instituciones y diversas acciones que la Komintern, también conocida como la Internacional Comunista o III Internacional, impulsó para atender la situación de la población trabajadora negra africana y afrodescendiente. Se presenta así una investigación histórica, sostenida en una impresionante revisión bibliográfica y de archivos en varios países, que pone especial énfasis en el estudio del nacimiento y desarrollo del Comité Sindical Internacional de Trabajadores Negros (ITUCNW, por sus siglas en inglés), una sección de la Profintern (Internacional Sindical Roja, adherida a la Komintern) que durante los años 20 y 30 lideró bajo orientaciones panafricanistas la agenda política de los trabajadores negros en África y las Américas en el marco del movimiento comunista internacional. En definitiva: en este libro se plantea que fue y es posible y deseable la existencia de un panafricanismo comunista o un comunismo panafricanista.

Habrá a quienes les sorprenda esta hipótesis. Quienes conozcan un poco de la historia de las relaciones entre el panafricanismo y el comunismo podrán objetar con muchos argumentos, también sostenidos en casos concretos, que existe bastante incompatibilidad entre ambos horizontes, veamos algunos de ellos.

Diferentes orígenes y estrategias

El origen del panafricanismo se suele situar hacia finales del siglo XVIII y principios del XIX en movimientos, activistas e intelectuales de la diáspora africana críticos con el proceso de esclavización masiva de población africana liderado por las potencias occidentales. Figuras como Olaudah Equiano o Quobna Ottobah Cugoano habían sido esclavizados de niños en África y, después de una vida de explotación en plantaciones de América, consiguieron liberarse y convertirse en líderes del movimiento abolicionista en Inglaterra a finales del siglo XVIII. Otros líderes abolicionistas negros de la época, como Paul Cuffe o Prince Hall, promovieron la propuesta del “regreso a África”, planteando que la mejor solución para terminar con la esclavitud era volver al continente de sus antepasados, teniendo un relativo éxito con la fundación de algunos asentamientos que eventualmente se consolidaron en la zona de Sierra Leona y Liberia. Aunque el término “panafricanismo” no estaba todavía inventado, en estos primeros activistas e intelectuales críticos con el proceso esclavista atlántico encontramos ya una clara conciencia de la importancia de la lucha por la liberación de toda la población africana afectada por la industria esclavista.

A lo largo del siglo XIX, siendo abolida la esclavitud de forma paulatina en las diferentes potencias occidentales, la población africana y afrodescendiente continúo sufriendo una intensa explotación y expolio de sus recursos. En el caso de África, sus diferentes pueblos sufrieron la invasión de la gran mayoría de sus territorios por parte de las potencias occidentales en el llamado proceso de “imperialismo moderno” o “nuevo imperialismo”. Y, en el caso de la población afrodescendiente, ubicada en su mayoría en el continente americano, la abolición de la esclavitud no supuso su liberación real, como trabajadores libres tuvieron que enfrentarse a una realidad de persecución racista y superexplotación brutal de su trabajo generalizada. Es en este contexto cuando, a finales del siglo XIX, apareció el término de panafricanismo para referirse al movimiento que, con una conciencia común de la explotación histórica, planteaba la unión y la lucha de la población africana y afrodescendiente por su liberación.

El origen del movimiento panafricanista, ya nombrado como tal, se ubica en la I Conferencia Panafricana celebrada en Londres en 1900, donde se reunieron diversos líderes y activistas de África y la diáspora afrodescendiente de las Américas para establecer una agenda política común. En la conferencia se acordó un plan de lucha por la descolonización de África y el Caribe, promoviendo el autogobierno para sus naciones, así como la consecución de derechos civiles y políticos para la población afrodescendiente allí donde viviera. La mayoría de los participantes de esta reunión fueron hombres negros que se habían criado en familias de clase media, habiendo tenido acceso a educación superior y al desarrollo de profesiones cualificadas o actividades empresariales, lo que les facilitaba tener roles de liderazgo en el impulso económico y político de estas iniciativas.

En este libro se plantea que fue y es posible la existencia de un panafricanismo comunista o un comunismo panafricanista

Por tanto, la diferencia entre ambos movimientos, panafricanismo y comunismo, es clara en relación con sus orígenes. Además de que parten de contextos diferentes, es evidente la diferente orientación ideológica. En el caso del panafricanismo, en sus orígenes, predominó una visión ubicada en la experiencia de sus liderazgos, radicados en la clase media negra y con una visión marcadamente liberal, mientras que en el caso del comunismo se abogó por una visión crítica de la economía política y la ideología del capitalismo, radicada en la experiencia de la clase trabajadora. Aunque existían puntos convergentes, como la crítica al colonialismo, al racismo y la superexplotación de la población negra, las soluciones propuestas por el panafricanismo se mostraban más reformistas en cuanto a lo que el sistema capitalista significaba, mientras que el comunismo planteaba una propuesta radicalmente revolucionaria y crítica del capitalismo. Es decir, existió en la conformación de estos dos movimientos una diferencia de base difícil de conciliar: mientras que en el panafricanismo se privilegiaba el análisis de la crítica al racismo, en el comunismo se privilegiaba el análisis de la crítica al clasismo. Ambos movimientos entendían que ambas cosas, el racismo y el clasismo, estaban relacionadas y eran importantes, pero el panafricanismo optaba por poner en el centro la cuestión racial mientras que el comunismo ponía en el centro la cuestión de clase. Por esta y otras razones, en sus orígenes, el panafricanismo y el comunismo no fueron movimientos que se influyeran mutuamente de forma relevante.

Otro punto de tensión entre el panafricanismo y el comunismo fueron sus diferencias estratégicas frente a problemas concretos. Por ejemplo, ante la situación de racismo estructural que sufría la población afrodescendiente en las Américas, el panafricanista jamaicano Marcus Garvey planteó como solución un nacionalismo negro liderado por una burguesía negra, que en ningún caso planteaba una crítica radical al capitalismo e, incluso, en algunos momentos fue cómplice de grupos racistas como el Ku Klux Klan, debido a que estaban de acuerdo en la idea de que la población blanca y negra no compartieran territorio vital. El desarrollo del garveyismo fue paralelo a la creciente entrada de militantes negros en los movimientos y partidos comunistas, quienes caracterizaron este movimiento como un enemigo. Otro ejemplo fue el desencuentro a raíz de la invasión italiana de Etiopía en 1935. Los movimientos panafricanistas consideraron que el movimiento comunista internacional no reaccionó a la altura de los acontecimientos, debido a su giro estratégico hacia los frentes populares. Para muchos panafricanistas la posición de los frentes populares significaba en la práctica la alianza estratégica del comunismo con potencias capitalistas imperialistas para frenar el auge del fascismo, por lo que la agenda anticolonial, antiimperialista y antirracista quedaba relegada a un segundo plano.

Puntos de encuentro

Entonces, con tantas diferencias y discrepancias ¿cómo fue posible la unión exitosa del panafricanismo y el comunismo que nos narra Hakim Adi en el caso de la Internacional Comunista durante los años 20 y principios de los 30? Fue posible, al menos, gracias a dos grandes cuestiones.

Primero, la cuestión teórica. La Internacional Comunista estuvo guiada por el pensamiento leninista en muchos sentidos, destacando su teoría critica del imperialismo y del derecho a la autodeterminación de las naciones. Para Lenin el imperialismo era una muestra de que el capitalismo estaba en crisis, obligado cada vez más a intensificar y consolidar una periferia colonial donde obtener recursos y mano de obra barata. Frente a ello, en las colonias emergían movimientos anticoloniales que expresaban sus demandas en términos nacionalistas, lo cual era interpretado por Lenin como una expresión de nacionalismos de clase que apoyaban la lucha anticapitalista, diametralmente opuestos a los nacionalismos de carácter burgués típicos de las potencias capitalistas. Siguiendo esta premisa, para Lenin el racismo era fundamentalmente una teoría burguesa utilizada para justificar el expolio imperialista y la superexplotación de la mano de obra en las colonias, por lo cual debía ser prioritario enfrentarlo. Para ello, entendió que una visión comunista del asunto debía tratar la especificidad del colonialismo en África y el racismo contra las personas negras, promoviendo una agenda propia para atender este problema dentro del movimiento comunista.

El libro de Hakim Adi es muy útil para quienes desde el paradigma comunista quieran comprender y politizar de forma revolucionaria el problema del racismo y la experiencia histórica de los pueblos negros bajo el capitalismo

Segundo, una cuestión práctica. La existencia cada vez más común de activistas e intelectuales negros que se adherían a los partidos comunistas, como fue el caso del propio George Padmore o de Harry Haywood, que lideraron la agenda propia de la liberación de los pueblos negros dentro de la Internacional Comunista. Se trata de militantes que entendían que, si no se trataba el asunto de una forma específica, el potencial revolucionario de la clase obrera negra podía ser cooptado por visiones liberales del panafricanismo, como fue el caso del garveyismo. Militantes que trabajaban bajo las hipótesis comunistas, que no abandonaban el universalismo marxista ni la centralidad de la cuestión de clase, pero que lograban integrar elementos del panafricanismo cruciales para luchar contra el racismo incrustado incluso en el seno de la misma clase obrera. Entendían, al final y al cabo, y también por experiencia propia, que el panafricanismo es una tradición histórica muy importante en la conformación de la cultura obrera de la población africana y afrodescendiente, que tenía que atenderse de forma específica para impulsar una acertada estrategia revolucionaria para los pueblos negros y que, si no se atendía esta cuestión de forma particular en el movimiento comunista, su potencial revolucionario podía orientarse hacia opciones reformistas.

Estos puntos de encuentro son expuestos e investigados de manera magistral en el libro de Hakim Adi, en donde encontramos la obra más importante sobre la temática hasta el momento publicada. Se trata de un libro muy útil como herramienta académica e intelectual, pero, sobre todo, es muy útil como herramienta política. Podrá servir tanto para quienes desde el paradigma panafricanista se planteen la necesidad de integrar de forma más contundente un análisis de clase en su práctica política, como para quienes desde el paradigma comunista quieran comprender y politizar de forma revolucionaria el problema del racismo y la experiencia histórica de los pueblos negros bajo el capitalismo. En definitiva: es una obra sumamente útil, que rescata una experiencia histórica donde dos horizontes de liberación nacidos en diferentes contextos consiguen dialogar y potenciarse mutuamente, una obra que permite orientar de forma revolucionaria la tan importante y necesaria unión de las luchas de los diferentes pueblos y grupos sociales que sufren el yugo del capitalismo.